Demostración de "el agua que no moja", de la empresa 3M. |
El agua que no moja
Después de “El cuchillo que corta el agua” y “El agua
seca”, llega ahora”El agua que no moja”,
como último descubrimiento tecnológico para combatir los incendios.
Un nuevo invento incomprensible para mentes de "todo a cien” de la gran mayoría. de ciudadanos acientíficos.
En
esta ocasión, aunque la noticia salió en la prensa española en octubre de 2015
–hay que advertir que este invento lo utilizó el ejército americano hace
cincuenta años, aunque no tenía aplicaciones fuera de ese ámbito hasta
ahora-, para quienes somos legos en materias científicas y técnicas, es
igualmente sorprendente e incomprensible, a pesar de ser dos años mayores
(aunque la materia gris siga siendo la misma y no haya crecido desde entonces)
de cuando salió a la luz pública el invento. Este es la llamada coloquialmente
para que lo entiendan todos, incluso los
que no entendemos nunca nada, “el agua que no moja”.
Dicho
así a los asiduos blogueros de iAgua, todos
doctos y duchos en temas científicos y técnicos, les parecerá una noticia caduca que ya conocían y un invento comprensible, explicable y
sencillo. Sin embargo los que somos ciudadanos de a pie “el agua que no moja”
viene a ser igual de críptico que el
misterio de la Santísima Trinidad, dicho
con todo el respeto, al que ni siquiera San Agustín pudo descifrar, a pesar de
poner todo su empeño en ello mientras se daba un paseíto a orillas del mar y veía al niño que quería
echar, con una conchita, el agua de todo el océano en un pequeño hoyo
cavado en la arena, etc., etc., (para quien no
recuerde este episodio se le aconseja leer la obra agustiniana).
Pues
bien, parece ser que la empre 3M, (¿el acrónimo querrá decir los 3 Misterios a
descifrar: “materia, mente y mundo?) ha
inventado “el agua que no moja”. En realidad es un gas –ya ni siquiera es lo
que dice ser, pero aceptemos pulpo como animal de compañía-, que es líquido a
la temperatura ambiente y se evapora 50 veces más rápido que el agua, además de
que no conduce la electricidad, no es tóxico y tampoco daña los objetos con los
que toma contacto.
El
nombre de este gas líquido es Nover 1230, en el que se puede sumergir un libro
sin que las hojas de papel que lo componen se dañen, ni tampoco un móvil que se
sumerja en él sufriría daño alguno. Esta curiosa capacidad le hace ser idóneo
para apagar incendios en ciertos lugares en los que el agua podría causar
estragos y grandes daños, además del provoca el fuego, al ser apagado éste usando agua normal, como son los archivos y
bibliotecas. Y también en servidores informáticos o archivos físicos e
instalaciones eléctricas. Su nombre
químico es fluorocetona.
Es respetuoso con el medio ambiente ya que no
contiene tóxicos y tiene una cantidad
mínima de carbono. No produce daños por
su ingestión accidental, ni tampoco su contacto
con la piel o los ojos. Sin embargo,
sus inventores advierten que no
es bebible, ya que sólo es un limpiador
y un apagafuegos -no ex extraña esta advertencia, porque hay fabricantes de
microondas que advierten que estos aparatos no se pueden utilizar para secar el
pelo de los animales domésticos. Es que hay mucho despistado suelto-. Por ello, es muy importante para los bomberos
utilizar este tipo de productos en la
lucha contra los incendios.
Hay que decir en honor a
la verdad, de que esa empresa tiene un largo haber en los descubrimientos que
han contribuido a hacer la vida más fácil a todos. A finales de la década de los 60, por ejemplo, un par de
investigadores de la empresa 3M
inventaron un pegamento de “baja adherencia” que sólo era capaz de pegar débilmente dos hojas de
papel, pero que no tenía ningún uso práctico por entonces.. Sin embargo, un
ingeniero de la empresa, años después, necesitaba marcar en su libro las
páginas que leería en la iglesia, y
decidió crear unos separadores que se
pegaban al papel mediante ese pegamento, y aunque lo comunicó a otras personas, no tuvo
demasiado éxito su iniciativa, Más
adelante, usó esos separadores que había preparado tiempo atrás para dejar un mensaje en el escritorio de uno de
sus compañeros de 3M, quien hizo igual
en la mesa de otros compañeros y, en unos cuantos días, todos estaban usando en
el ámbito de dicha compañía lo que hoy se conoce como “Post-It”.
Pues
bien, el “agua que no moja” tiene otra curiosa característica, ya que si se
introduce la mano en este líquido se puede sentir algo de frío, pero no moja la
piel. Un periódico mojado con este producto, a los tres minutos, queda
completamente normal y sin sufrir ningún desperfecto.
Después
de lo del “agua seca” y ahora “el agua que no moja”, sólo falta el “fuego que
no arde”, “el hielo que calienta” y “el negro que es blanco” y no es una frase
racista –por decir sólo algunos ejemplos-, ,¿o existen ya? Las antinomias en la
ciencia y la técnica se propagan como los mosquitos en verano, pero para estos
últimos no hay invento alguno que “los mate bien muertos”, como dice un famoso
eslogan publicitario.
Aunque
ya estamos de vuelta de todo, especialmente los que no hemos ido a ninguna
parte, y los avances tecnológicos se han multiplicado exponencialmente tanto en
cantidad como en calidad, ya que los descubrimientos e inventos son cada vez
más impresionantes, increíbles y, como diría un chico de ahora “alucinas, tío,
que te c…”, por lo que estamos siempre alucinados con tanto nuevo invento sin
necesidad de topar “tripis”.
Eso
le hacía decir al Premio Nobel español, Severo Ochoa, en una entrevista que le
hicieron poco antes de morir, que cuando falleciera le gustaría que pudiera salir cada cinco años de su tumba
para leer el periódico y saber las últimas noticias de la ciencia, porque le
costaba seguir el ritmo frenético que llevaban los continuos descubrimientos.
Si
eso lo decía un Premio Nobel en biología, imaginen lo que pensamos los
ciudadanos acientíficos y de letras
(también los hay iletrados y acientíficos, claro) con estas continuas novedades
que nos ofrecen los científicos que más bien parecen prestidigitadores sacando
un conejo (invento) de la chistera cada dos por tres y sin que nadie pueda comprender
cómo se les ocurren esas cosas tan raras, inescrutables para mentes normalitas
de todo a cien, e incomprensibles.
No
hay que pensar, como en décadas pasadas, que los inventos sólo se refieren a
las áreas de la carrera espacial o para la industria bélica que fueron los
sectores en los que se produjeron
muchísimos avances en la segunda mitad del siglo XX, y que, después,
encontraron multitud de aplicaciones para la vida diaria, como fue el caso de
los pañales y el velcro, por ejemplo, (¿los astronautas usaban pañales? ¡qué
cosas!). Aunque en la actualidad todos los descubrimientos nos parecen a los
ciudadanos normalitos y dedicados a profesiones menos “esotéricas” que la
ciencia y la técnica, que todos los inventos siempre se refieren a la informática, la cibernética y en todo lo
relacionado con los cacharritos esos tan monos que nos llevan a mal traer y se
han convertido en algo imprescindible para el común de los mortales y sin los
que no podríamos vivir, como es internet, por ejemplo.
Sin
embargo, este invento del “agua que no moja” y que suena a chiste un poco
verderón, parece ser muy útil para los fines antes descritos, aunque nos cueste
comprenderlo a quienes somos clásicos y conservadores y sólo creíamos que el
agua era líquida y moja, aunque ya ni esas creencias siguen en pie. Imagínense
cómo estarán las otras creencias como la de la Santísima Trinidad que ni el propio
San Agustin fue capaz de comprenderla y sigue siendo un enigma para la Iglesia.
Uno
más que se suma a los muchos que la ciencia y la técnica nos ofrecen a los
ciudadanos que los leemos, y no digo comprendemos, y que solo esperamos que
todos esas invenciones raras, incomprensibles y contradictorias con las
creencias populares y la propia lógica, la semántica, las reglas léxicas y
sintácticas, nos hagan la vida más fácil, porque los políticos ya se encargan
de hacérnosla cada vez más difícil y complicada.
Por
cierto, a ellos no hay invento que los
levante de la poltrona y los mande a su casa a darles la matraca a sus santas
esposas que tampoco los soportan. Pero esa sería otra materia de investigación,
apasionante, por cierto, para llegar a saber qué producto o adherente los deja
pegados al sillón del cargo porque no hay fuerza humana que los despegue del
cargo, del sillón, del coche con chófer y de las dietas.. Pero estas son otras
historias…