
Pues vayamos al meollo del cogollo,
es decir, al asunto: el tal Der Juli se había separado de su esposa
recientemente y tenía que dividir con ésta las pertenencias comunes, por lo
que, ni corto ni perezoso, se dijo pues ”vamos a ello”, y con una sierra radial
cortó por la mitad misma, mismamente, los objetos a dividir con su exmujer: la
cama de matrimonio que era de metal, un coche Opel Corsa, un sofá y varios
artilugios electrónicos, entre los que se contaban un iPhone y un ordenador. Y
no contento con tal proeza pensó que podría sacar algunos eurillos a las
mitades, “sus” mitades, de tales objetos antes compartidos, y los puso a la
venta en el portal de subastas de Ebay, para así aliviar la pena producida por
la pérdida –la pérdida de tales objetos, no de su esposa que parece haberla
asumida con paciencia y resignación y un pelín de mala uva, bueno más que un
pelín se podría decir que con toda una
cabellera como la de Sansón en versión virtual y enrabietada-, y, además, para
mayor recochineo le dejó una nota a su ex en la que decía: "Gracias Laura por 12
hermosos años. De verdad, te mereces tus mitades; saludos también a mi
sucesor”. Ahora se comprende
mejor lo de la mala uva y la rabieta, quizás por no haber podido también cortar
por la mitad a su “sucesor”.
Hasta aquí la noticia
escueta que hace estremecerse a cualquier lector pensante y atento al dato que
se imaginaría lo que podría haber hecho tal individuo en su afán salomónico de
hay que darle a la “parienta” lo que es suyo que es la mitad de lo que tenían
en común, si por esas casualidades de la vida hubieran tenido hijos comunes en
su afán divisor y justiciero. No quiero ponerme trágica porque el asunto tiene
posibilidades de serlo o haberlo sido. No sería el primer caso –en España en
este año ya han muerto ocho niños a manos de sus padres para no dejárselos a las
madres después de la separación-.. Con sujetos que se lo toman todo a la
tremenda y al pie de la letra hay que tener cuidado. Lo mismo sucedería –en el
peor de los casos que estamos suponiendo-, con el perro, gato o periquito que
tuviera el matrimonio y hubiera que repartírselo entre los dos. La cosa pinta
feo, pero feo, más feo que un bizco bebiendo vinagre.
Y aquí cabe preguntarse
si estos especímenes humanos del género “macho” que tienen tan mal perder y
peor pagar -por lo que están dispuestos a las mayores “proezas” antes de
cumplir sus obligaciones de dividir el haber común con la “exparienta”-, tienen
ese instinto divisor y justiciero porque es otra expresión del mismo instinto
que lleva a muchos supuestos hombres y bestias ciertas a matar a su exparejas
porque no están dispuestos a ser abandonados por quienes huyen de sus palizas,
malos tratos, vejaciones y sevicias y buscan en otra relación lo que no
encuentran en la que mantienen o mantuvieron con el “macho alfa” de sierra
radial en funciones. La matan antes de que su sucesor en el cargo pueda
disfrutar de esa mujer a la que consideran suya y a la que, una vez anunciada
por ella su abandono, deciden matar para que su instinto de posesión alienante no sea burlado y que ella no pueda rehacer su
vida al lado de otro hombre menos bestia y más humano.
“La maté
porque era mía”, dice esa terrible frase que en España durante siglos servía de
coletilla para justificar por parte del asesino la muerte de su mujer, en una
declaración fatal que ponía al descubierto la terrible realidad de una sociedad
que vería con indiferencia el rosario de muertes de mujeres a manos de sus
maridos, novios o amantes, y que aún cada año deja una terrible cifra de
decenas de muertas por la simple sinrazón de que cada una de ellas era “propiedad” del hombre que les dio muerte,
ante la impotencia de una sociedad muda y ciega que ahora parece querer salir
de su letargo ante el continuo desfile de mujeres asesinadas.
El alemán que dividió con la radial todas las
pertenencias comunes del matrimonio puede ser un primer aviso de que quien está
dispuesto a partir todo por la mitad porque era “suyo” y con el único propósito
de que su mujer no reciba nada que le pueda ser útil, está dando un ejemplo
ante otros muchos sujetos igual de alienados de que una sierra, como objeto útil para ejercer la violencia o cualquiera otro, puede ser la
solución para enfrentar un divorcio o una separación, sobre todo para recobrar
la autoestima, esa a la que le ha hecho pupa el abandono de su ex que ha
preferido irse con otro hombre que sepa y quiera compartirlo todo entero y sin
divisiones traumáticas, empezando por la propia vida en común y sus muchas
concesiones, generosidad y comprensión que ello conlleva.
De esto hemos estado hablando mi amiga Trini -a la que ya conocéis, simpáticos lectores-,y
yo esta tarde, pues estaba muy preocupada porque su marido hace uno días había
comprado una radial, con la excusa de que iba a hacer no sabe qué labores de bricolaje
aunque no es nada aficionado a ello, y
todo ha sido a raíz de que ella le había dicho días antes, en plena
discusión, que si no era más comprensivo
con sus gastos, porque es un tacaño, terminaría divorciándose. Me ha preguntado
varias veces preocupada ¿tú crees que…?
Por
si las moscas, le he aconsejado que procure no volver a hablarle de divorcio y
que cuando estén enfadados ponga tierra de por medio con cualquier excusa. Todo
antes que pasar a formar parte de la negra estadística. Y es que algunos
hombres pueden llegar a ser muy burros, y el marido de mi amiga ya pega
demasiados rebuznos y alguna que otra coz de aviso y como dice el refrán: “cuando
el burro mueve oreja, resguárdate bajo teja”.