Por Ana Alejandre
Los científicos de varios centros estadounidense han identificado el nexo que existe entre el sexo y la violencia, lo que parece explicar biológicamente por qué comportamientos sociales tan aparentemente distintos, son realmente muy parecidos y tienen un origen común.
Parece ser que este nexo de unión está originado por la red neuronal que se localiza en una zona del hipotálamo. Con experimentos realizados con ratones, usando una tecnología que combina la óptica y la genética, se ha comprobado que las mismas neuronas se activan en pleno ataque agresivo y se inhiben mientras se produce el apareamiento.
Aunque estos experimentos sólo se han realizado con ratones, sin embargo, los científicos que los han llevado a cabo afirman que este descubrimiento podrá ser muy importante para explicar la relación existente entre sexo y violencia que es tan evidente en el comportamiento de lo seres humanos.
El método utilizado fue poner a dos ratones machos en situación que podía desencadenar una agresión, y después a uno de esos machos lo pusieron al lado de una hembra en una situación de apareamiento.
Parece ser que las neuronas del núcleo ventromedial del hipotálamo (NVM) se activaron en los encuentros con ambos sexos. El 40% de las neuronas NVM se activaron en el encuentro entre machos, pero solo la mitad de ellas continuaron activas durante el ataque. Sin embargo, cerca de un tercio de las células estaban excitadas cuando estaba una hembra cercana que disminuyó en dos tercios cuando comenzó el apareamiento. La activación simultánea de algunas neuronas durante las primeras fases de los encuentros –agresión y relación sexual- indican que «ambos comportamientos están profundamente enraizados en la arquitectura básica del cerebro», explica, el neurólogo Clifford Saper de la Escuela de Medicina de Harvard.
La única esperanza es que se puedan manipular las neuronas de los machos en celo para reducir la agresividad, lo que parece probable, porque el mismo equipo de investigadores realizó experimentos sobre el hipotálamo de los ratones y parece ser que los resultados fueron buenos, aunque temporales, ya que durante una semana el 25% de los animales que habían atacado anteriormente a otros animales, redujo considerablemente su agresividad.
Estos resultados parecen abrir una esperanza para conseguir modificar el comportamiento humano. Esto ya se narraba en la famosa película de Kubric “La naranja mecánica”, en la que un psicópata que violaba a mujeres, además de tener una gran carga de violencia en su comportamiento general, se somete a esta posible terapia conseguir anular su enorme carga de violencia.
Esta relación violencia-sexo que ya ha sido descrita abundantemente en la literatura, la música y el cine, viene a reconocer lo que las mujeres intuíamos desde hace mucho tiempo: que el hombre, el macho, cuando está buscando “apareamiento” es cuando más agresivo, bruto o bestia se comporta antes. Por eso, de ahí viene el dicho tan conocido de que “la mujer es el reposo del guerrero”, o sea, que primero se lía a tortas el tío, y después se busca a la mujer, propia o ajena, -no suelen hacer ascos siempre que esté buena- para darle un repaso, sexualmente hablando, y las energías que le quedan de haberse liado a mamporros, -o de no haberlo hecho, lo que es peor para la pobre fémina que viene después y se encuentra a “su Manolo” hecho un basilisco y con ganas de morderle la yugular a cualquiera, a cualquier que se le ponga por delante o, por detrás, que también los hay aunque sea feo señalar-, pues esas pocas energías o muchas, según el caso, tiene que aguantarlas la esposa, novia, amante, o cuarto y mitad, cuando se encuentra con un maromo metido en su cama y, aunque no sea una bestia zoológicamente hablando, si tiene cara de ídem y comportamiento más aún.
Ya decía la actriz Robin Givens, esposa de Mike Tyson, el famoso boxeador estadounidense, que si a algo le tenía miedo era a los encontronazos mañaneros con su marido, porque a esas horas el tío tenía toda la energía del mundo y la dejaba hecha unos zorros, aunque también le terminó llamándola “zorra” y la intentó defenestrar –tirar por la ventana, vamos-, demostrando que el tío bestia tenía muy poco de hombre y sí mucho de bestia, antes, durante y después del apaño sexual.
Si al final se consigue quitarle la agresividad a tantos hombres que están dispuestos a partirse la cara con cualquiera y, cuando no lo encuentran, se la parten a la pobre mujer que tienen al lado y después le proponen tener sexo y que ella esté cariñosa, sensual y dulce, lo que no es extraño, sino frecuente, lo que provocó esa respuesta que dio una mujer, harta de aguantar al bruto que tenía por marido, cuando éste le pidió que le dijera algo dulce y ella le contestó rápidamente en una demostración de reflejos impresionante: “tu p…. madre en almíbar”.
Lo dicho, la culpa la tienen las neuronas del hipotálamo que a algunos le hacen circuito y, a otros, les hacen eco. ¡Qué hombres!
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