Continuando
con la serie “Cosas del agua”, en esta ocasión, y como siempre en esta serie,
se habla de otro descubrimiento científico, pero comentado en clave de humor,
propio de una profana en ciencias a la que no dejan de sorprender las continuas
noticias de nuevos descubrimientos que intenta comprender desde el estupor, la
admiración y el mayor respeto, no exentos de cierta perplejidad, común a la
mayoría de los ciudadanos, pero sin olvidar una pizca de “guasa” que haga más
digeribles los últimos descubrimientos para mentes analógicas en un mundo
digital.
En la década de los 40 del
pasado siglo, el físico Philip Russell Wallace calculó la estructura electrónica
de bandas de grafeno por primera vez. A pesar de ello, no consiguió despertar
este elemento la atención de la comunidad científica, durante muchos años,
porque no habían conseguido sintetizarlo.
Posteriormente, el grafeno fue
aislado hace ya catorce años, por los físicos Andre Guei y Konstantin
Novoselov, de la Universidad de Manchester, quienes, en 2004,
consiguieron aislarlo a temperatura ambiente. En el 2010, recibieron el Premio
Nobel de Física por sus descubrimientos acerca de este material revolucionario.
Y ahora vayamos el cogollo del
meollo: la última noticia, con respecto a este insólito material, uno de los
más finos, flexibles y fuertes que se conocen, afirma que dicho elemento, puede
hacer potable el agua del mar. La noticia fue publicada en la revista Nature
Nanotechnology, el 3 de abril de 2017 (el vínculo
se ofrece a los desconfiados que quieran comprobar la veracidad de la noticia,
viniendo de alguien extraño a la comunidad científica. Y hacen bien).
Aunque los científicos ya
habían demostrado la capacidad de los tamices -qué palabra más bonita- de
grafeno para separar gases y sales grandes, sin embargo, al intentar tamizar
las sales minerales más pequeñas, como las que filtran las plantas
desalinizadoras, comenzaban los problemas para obtener agua potable (si esos
son problemas, les podría mostrar el Presidente Sánchez los suyos con los
separatistas, para ver si se los resolvían esos sesudos estudiosos, filtrando
con ayuda del grafeno el dinero que reciben para que no pasara ni un euro de
más).
Y hete ahí, allí o aquí, lo
que viene a ser lo mismo, que investigadores de la Universidad de Manchester
han desarrollado unas membranas de óxido de grafeno –las han desarrollado,
claro, en laboratorio, no en su cuerpo, todo hay que decirlo para que no se
piense que se han mutado en hombres biónicos-, que no se hinchan en contacto
con el agua y son capaces de tamizar las sales comunes –no les pasa como a los
garbanzos que sí se hinchan en contacto con el agua y, también, el estómago que
los digiere,-,y, por eso, son capaces de cosas muchos más impresionantes -las
membranas milagrosas de grafeno, no los garbanzos de los que ya sabemos de qué
son capaces-. El tamaño de sus diminutos poros -ya quisieran muchos cutis tener
esos poros- puede controlarse con suma precisión y uniformemente hasta la
escala atómica -lo dicho, ¡qué gloria de cutis! -, lo que permite separar la
sal disuelta en el agua, al igual que otros iones y moléculas, si se ajusta el
tamaño de dichos poros al de estas partículas.
A pesar de que las membranas
de óxido de grafeno filtran iones y moléculas de mayor tamaño, sus agujeros se
inflan ligeramente en contacto con el agua y así pueden pasar las sales más
pequeñas junto al agua. Tal es el potencial del grafeno para la desalinización.
El cambio climático reduce el
abastecimiento de agua potable en las ciudades, por lo que este descubrimiento,
aplicable a dicho propósito, puede ser la solución para que el agua limpia y
apta para el consumo humano llegue a millones de personas que luchan por
acceder a este recurso cada vez más limitado.
Buenas noticias son estas,
desde luego, para solventar el problema del agua; y, puestos a pedir, si a
algún científico le sobrara alguna membrana de óxido de grafeno de esas y la
aplicara a inventar algún artefacto para la limpieza de cutis, sería otra
invención milagrosa que haría posible que, además de hacer que el agua potable
llegue a todos, también haya más mujeres “potables”, porque una y otras son
cada vez más escasas y muy demandadas.