Vacas en el prado haciéndose las despistadas |
Naciones Unidas, afirma que el sector ganadero es responsable,
en un 18% del total, de las emisiones mundiales de gases que son los que
provocan el efecto invernadero. En esta cifra se cuentan tanto las emisiones
causadas por la producción de piensos, como las producidas por el metano que
expulsan los rumiantes: vacas, cabras, ovejas, etc., con sus flatulencias (así
como suena y como huele)
El calentamiento
global provocado por la contaminación atmosférica del mundo actual es una de
las grandes preocupaciones de todos los países industrializados porque amenaza
la vida en el planeta. Pero, hete aquí (y allí y también allá) que este
fenómeno no es cosa sólo de nuestra época motorizada, tecnificada y
contaminada, porque ya existía en el Mesozoico, según afirma un artículo
publicado en 'Current Biology', a primeros de este mes de mayo y que
reproduce el diario El Mundo en su edición del día 8 de este mes.
La etapa del Mesozoico |
Y ahora viene la primera de las preguntas del millón ¿y
eso del mesozóico qué demonios es? Pues, una de las etapas o divisiones de la
historia geológica, posterior al paleozoico y anterior al cenozoico (estas dos
etapas quedan para otra ocasión, con más tiempo y ganas de escribir).
Transcurrió desde 225 millones de años hasta los 65 millones de años atrás y esta
etapa geológica se caracteriza por ser la era de los reptiles gigantes (a los
que llamamos dinosaurios, para entendernos), además de que las primeras aves y
mamíferos, así como las primeras plantas con flor aparecieron y se
desarrollaron en esta era, por lo que se le considera la más interesante para
el estudio de la geología y la paleontología y que se divide en tres períodos:
triásico, jurásico y cretáceo (puedo prometer y prometo que yo no estaba allí
para verlo, lo que pueden suponer las mentes pérfidas a la hora de calcular la
edad, pero lo dicen los libros con todo rigor y seriedad).
Pero a lo que vamos ¿o venimos?, ¿cómo puede haber
calentamiento global en esa era tan, digamos, antigüalla, en la que no había
coches, ni industrias echando anhídrido carbónico, dióxido de carbono, metano
ni butano y otras cochinadas a todo gas (nunca mejor dicho)? Pues el
secreto de dicha contaminación eran nuestros amigos los dinosaurios y sus
ventosidades. Sí, así como suena, o sonaban los cuescos de semejantes
animalitos, algunos de ellos de sólo 20.000 kilitos, y a todos ellos se les llama científicamente “saurópodos” y se
distinguían por tener cabeza pequeña (como algunos ministros), cuello largo y
un peso liviano de 20 toneladas que
lucían con garbo y sin complejos (a eso se le llama tener seguridad en uno
mismo).
Dinosaurios en un día de campo |
¿Y cómo producían ese calentamiento los amables
saurópodos?, pues emitían grandes y apestosas cantidades de metano con su
ventosidades, lo que produjo el calentamiento del clima, según afirman
científicos ingleses, autores del estudio antes citado. Y eso se producía
porque los microbios que producen ese gas (metano) culpable del efecto
invernadero, les ayudaban a digerir mediante la fermentación la comida que
ingerían. Esta misma bacteria está
también en el sistema digestivo de los rumiantes (rumen). La
fermentación se produce de forma natural en el estómago de los rumiantes y esto
produce las emisiones de metano que salen a través de las ventosidades.
¿Y cómo se les ocurrió a los científicos ingleses ponerse
a estudiar tan maloliente y ruidoso fenómeno de emisión de gases por parte de
los simpáticos “dinos”?, ¿tan aburridos estaban? Pues, fue a raíz de una
investigación sobre estos grandes dinosaurios, en la que dichos investigadores
se preguntaron algo muy lógico: si las vacas actuales producen tanta cantidad
de metano como para llamar la atención de los científicos y teniendo en cuenta
la diferencia de tamaño entre ellas y los “dinos” ¿qué sucedería en este
aspecto con los saurópodos? Para ello, pidieron la colaboración de Euan
Nisbert, experto en metano de la Universidad de Londres.
Para hacer los cálculos se tomó en cuenta la densidad por
kilómetro cuadrado de estos animales, la que oscilaba entre unos pocos
ejemplares a varias decenas de dinosaurios, por lo que los investigadores han
calculado que los saurópodos eran responsables de la emisión de unos 520
millones de toneladas de metano cada año, lo que viene a ser lo mismo que las
emisiones totales de metano que se producen en la actualidad ¡ahí es “na”!
También compararon las emisiones de dicho gas en la época
preindustrial, es decir, hace unos 150 años, que apenas llegaba a los 200
millones de toneladas por año (que tampoco es moco de pavo). En la época
actual, los rumiantes, es decir, vacas, cabras, ovejas y girafas, sólo producen
entre 50 y 100 millones de toneladas cada año.
Chimeneas industriales achando gases contaminantes a todo gas. |
El
autor principal de dicho artículo, Dave Wilkinson, investigador de la
Universidad John Moores de Liverpool, afirma que un simple modelo matemático
indica que los microbios que residían en el sistema digestivo de los saurópodos
podrían haber producido tanto metano como para ser el causante del efecto
invernadero en el clima del Mesozoico y, además, dice , "nuestros cálculos
sugieren que estos grandes dinosaurios podrían haber generado más
metano que todas las fuentes que en la actualidad producen metano juntas, tanto naturales como debido a la
actividad humana" y se queda tan fresco, a pesar del “aromático” tema
del que habla.
Por todo ello, los investigadores creen que el clima en
el Mesozoico era más cálido que en actualidad, húmedo y desprovistos de capas
de hielo los polos permanentes. Suponen, según ciertas investigaciones, que la
temperatura media podría ser unos 10º superior a la actual (o sea, que los
“dinos deberían estar “asaditos” los pobres y sin aire acondicionado), a cuyo
calentamiento atmosférico parecen haber contribuido con sus pedorretas, pero
como no eran los únicos animales emisores de este gas, los niveles de metano
podrían ser muy superiores a los actuales (además de más oloroso el ambiente)
Estos
datos que nos pueden servir de muy poco por la cantidad de años que nos separan
de los saurópodos, sí nos podría alegrar porque, a pesar de la contaminación ambiental
actual, no tenemos que soportar los olores de aquellos simpáticos bichos que
perfumaban el ambiente mientras iban soltando sus efluvios intestinales en una
época en la que no había ambientadores con olor a brisa marina ni máscaras
antigás; porque de haber sido coetáneos de ellos habríamos muerto sin remisión,
pero no por el calentamiento global que ya padecemos aunque menos, sino intoxicados por el gas metano con olor a agua
de rosas putrefactas y las explosiones producidas por dicho gas al encuentro con una chispa extraviada de la hoguera que algún vecino estuviera encendiendo para
asarse unas chuletillas de mamut.
¡Y
después decimos que los tiempos pasados fueron mejores!